REVISTA DE ETNOGRAFÍA GRÁFICA
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Romerías y rogativas a principios del XX



Actualmente las rogativas prácticamente han desaparecido y, de las romerías, quedan los aspectos festeros; sin embargo, en la sociedad agrícola tradicional de nuestros abuelos, éstas efemérides estaban integradas en el modo de vida y calendario natural y agrícola que se sucedía anualmente.

Seguramente porque en esta tierra los campos padecen la sempiterna y pertinaz sequía, año tras año, al llegar los meses de Marzo y Abril sus gentes hartas de mirar al cielo volvían la mirada y el rezo a la madre celestial implorando la necesaria agua para las siembras. Las rogativas, aunque las había también extraordinarias, motivadas por cualquier prolongada etapa sin lluvias, eran fijas todos los años en las fechas más necesarias para la plantación. Las rogativas cristianas que han llegado casi a nuestros días tienen su origen en los ritos más ancestrales de las culturas, se buscaba con ellas el favor de Divino para combatir los rigores de la naturaleza siempre imprevisible. Solo la ausencia o escasez del petróleo o la energía eléctrica de nuestros días, puede hacernos comprender el significado de la falta de agua en aquel modelo de sociedad, donde la supervivencia y riqueza dependía totalmente del medio y el clima siempre sujeto a sus vaivenes e imprevisiones.

En Jumilla estas rogativas girarán en torno a la Abuela Santa Ana, pues según L. Guardiola a mediados de 1400 ya se tienen noticias de una ermita erigida en la actual Santana la Vieja, junto a la fuente, donde al parecer apareció una imagen de la Abuela Santa Ana, trasladándose más tarde a su actual emplazamiento. Desde entonces esta imagen ha gozado del fervor y el culto del pueblo y en torno a ella se han sucedido las rogativas implorando agua para los campos. Será a lo largo del s. XIX cuando esta imagen pierda algo de pujanza a favor de la del Cristo esculpida a mediados del XVIII, aún así, todavía se sigue desarrollando la procesión de la Abuelita en la festividad de Santiago y Santa Ana.
Por su parte, la romería mucho más lúdica y festiva que la rogativa también tenía una finalidad de agradecimiento y alabanza divina por los favores concedidos. Su ubicación y desarrollo viene a coincidir con el solsticio de primavera, en un momento donde las faenas agrícolas del invierno estaban finalizadas y los campos todavía no estaban a punto de iniciar las de la nueva estación pues las plantaciones están iniciando la brotación. Si la rogativa está basada en la esperanza de la necesaria agua para la tierra, la romería lo estaba en la alegría y esperanza de una cosecha nueva que ahora iniciaba su ciclo, fuera olivo, almendro, vid o frutal. De ahí, que tenga ese mayor carácter festivo que la primera.


Las fotografías de Oscar Vaillard que aquí presentamos recogen sin duda una de las últimas grandes rogativas a inicios del siglo XX, en esta ocasión la procesión que recorrerá los lugares más emblemáticos de Santana cuenta con la presencia conjunta de las dos imágenes, la del Cristo y la de la Abuela Santana. Estas fotografías reflejan magistralmente la nutrida asistencia de los jumillanos de toda condición en la serpenteante comitiva que recorre la sierra acompañando a las imágenes que son culto de su devoción.
Las romerías de entonces, como las de hoy, también contaban con la avalancha de vehículos que trasladaban a las familias y grupos de amigos hasta el monte donde se almorzaba, departía y cantaba, sólo que en aquellos años estos eran carros que carecían de motor mecánico