REVISTA DE ETNOGRAFÍA GRÁFICA
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Los Ibañez, la gran saga de fotógrafos jumillanos



«La mayor saga de fotógrafos profesionales tuvo su origen en Jumilla»


Sobre los Ibáñez Abad se ha escrito de forma incompleta e inexacta. En algunos libros y artículos sólo se habla de dos hermanos: Juan y Alejandro, que habrían nacido en Hellín y cuyo padre, fotógrafo también, provendría de Yecla. Me refiero a Juan Antonio Ibáñez Martínez. Pues bien, tras consultar los archivos parroquiales de Santiago de Jumilla, del Niño Jesús de Yecla y de la Asunción de Hellín, la historia de esta estirpe de fotógrafos pioneros se muestra bien diferente.

Fotógrafos jumillanos

Alejandro Ibañez Abad (1855-1928)

Según diversos historiadores esta familia habría empezado a realizar fotografías de gabinete en Hellín en 1863. Pero veamos con qué datos seguros podemos contar. Juan Antonio Ibáñez Martínez nace en Yecla el 20 de noviembre de 1819, veinte años antes de que Daguerre diera el paso decisivo en París. Tras un primer matrimonio con Isabel Algarra, Juan Antonio casa con una joven de Jumilla: Francisca Abad Crespo. Según la partida de matrimonio de 1845 ambos contaban con 24 años de edad. (Francisca había nacido el 20 de agosto de 1820. Hemos encontrado también tres hermanos mayores de ésta: Josefa, Catalina y Antonio). De Juan Antonio Ibáñez y Francisca Abad nace en Jumilla la prole Ibáñez Abad por este orden: Juan (hacia 1847), Josefa (hacia 1848), Catalina (hacia 1852), Alejandro (hacia 1855-56), y Anastasio (25/12/1857). No disponemos del día exacto de nacimiento de los cuatro hermanos mayores: como suele ocurrir en este tipo de investigaciones, el libro que falta en el archivo parroquial de Jumilla es precisamente el que más nos interesaba, el de bautismos correspondientes a ese periodo. No obstante hemos podido calcular los años de nacimiento con poco margen de error, ya que disponemos de sus partidas de defunción. Parece una broma del destino el hecho de que Anastasio, el hermano más postergado por los historiadores, figurara en otro libro, salvándose así su registro exacto. Los tres varones, Juan, Alejandro y Anastasio, fueron fotógrafos como su padre, y posiblemente también las dos hermanas participaran de algún modo en la empresa familiar, bien realizando fotografías, bien colaborando en tareas indirectas, aunque fundamentales, como la iluminación o coloreado de los positivos. Pero ya saben que en aquella época, segunda mitad del siglo XIX, las mujeres aún se consideraban meros apéndices del hombre de la casa, sobre todo en determinadas actividades profesionales, por ello pueden encontrarse fórmulas como “Ibáñez y Cia.” o “Ibáñez e hijas” para reflejar la autoría de una mujer.

Fotógrafos jumillanos Juan Ibañez Abad (1847-1932)
En el Archivo Municipal de Hellín se puede consultar la Matrícula de todos los contribuyentes sujetos al pago del subsidio industrial y de comercio correspondiente al año 1862, signatura A 117/3, (por cierto, en este año había 1917 vecinos en Hellín). En este documento aparece Juan Antonio Ibáñez dado de alta con el número 16, pero no como fotógrafo, sino como carpintero. Esto no debe extrañar: por un lado la labor de carpintero y ebanista le sería muy útil para fabricar sus cámaras de cajón de madera, y para arreglar y afinar pianos, su otra profesión; por otro lado, se trata de fechas tan tempranas para la fotografía que pocos se atreverían a calificarla como su profesión principal. En cambio, todos sus hijos ya la reivindican con orgullo, son fotógrafos.

Así que la familia pionera de la fotografía en la región del altiplano se traslada desde Jumilla a Hellín entre 1858 y 1862, y nada más llegar se ponen manos a la obra con sus cachivaches: retratos fotográficos, al óleo y al carbón. ¿Por qué Publio López indica que Juan Antonio estableció su estudio en Hellín en 1863, dando a entender que empezó entonces con la fotografía? (La huella de la mirada, p. 49). Si tenemos en cuenta que el mismo historiador propone 1833-1899 como sus fechas de nacimiento y fallecimiento, cuando en realidad las partidas no dejan lugar a dudas: nace en Yecla en 1819 y muere en Hellín en 1875, deberíamos tener cierta esperanza en que lo de 1863 constituya otro palo a ciegas. De esto modo podríamos especular con la posibilidad de que Juan Antonio no sólo empezara unos años antes de 1863 en Hellín, sino que ya en Jumilla, tal vez en la década de los 50, pudiera realizar sus primeras fotos. ¿Por qué no?

Si en Jumilla se encontrara alguna prueba, fotografías o anuncios publicitarios en prensa antigua, de la actividad de Juan Antonio Ibáñez Martínez, esta localidad se convertiría en una de las primeras de España en albergar un estudio profesional en unos tiempos de auténticos exploradores. En todo caso, Jumilla albergará para siempre el nacimiento de los Ibáñez Abad, precursores junto a su padre de una saga inaudita en la historia de la fotografía pues supera con creces la veintena de fotógrafos profesionales a lo largo de cinco generaciones. Y con toda probabilidad en Jumilla existirá alguna copia de algún Ibáñez posterior, porque se dedicaron a aprender viajando sin parar, o porque muchos jumillanos tendrían familiares en Yecla o en Almansa o en Hellín, y querrían recordar sus rostros en el tiempo y hoy sólo será necesario que hurguemos un poco en nuestro viejo álbum o en las cajas de zapatos o de puros o de galletas donde guardamos nuestros viejos tesoros para que Jumilla traiga de nuevo esos rostros al tiempo. Y quizás los tres detectives salvajes regresemos algún día para saludar a Vicente Canicio, la pulcritud personificada, y para pasear por esas calles que huelen a historia y a misterio, y nos encontraremos de nuevo entre las persianas echadas aquel cartel psicodélico: Regreso al futuro.



Pedro J. Miguel
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